En la Roma imperial cuando la muchedumbre pedía cambios al sistema, el poder reaccionaba violentamente, reprimiendo con matanzas y tragedias y ofreciendo luego ciertos privilegios, pero con letra chica, es decir con restricciones ocultas, como en el caso de las XII tablas que permitió a los plebeyos algunos derechos pero les cerró las puertas para el ascenso social y político.
Pero, como una ley de la historia, la oposición a los cambios será siempre efímera, ya que al término de algún tiempo los cambios se realizan. En Roma, producto de estas demandas reprimidas surge el derecho legislado y la ley de las XII Tablas debió complementarse. Entonces, escribió Tito Libio que el pueblo exigía más privilegios, iguales a los que tenían los Patricios, y ello lo considero un signo de decadencia.
En el Siglo XX, Lenin también se refirió a las demandas que pedían apresurar los cambios, denominando el fenómeno como infantilismo revolucionario, enfermedad de la extrema izquierda[1].
Por cierto que el infantilismo no es exclusiva de la izquierda, ya que es transversal. En efecto, surgen voces en la derecha criticando determinadas posiciones por estimarlas comunistas o extremistas.
La teoría del chivo expiatorio se materializa cuando la sociedad se paraliza y los identificados como responsables de los males, los chivos expiatorios, son víctimas de represión, se les desconocen sus derechos. Muchos justifican los crímenes, pero a otros le es indiferente que puedan sufrir, ser prisioneros, torturados y asesinados[2].
«Los derechos humanos se ignoran en un doble sentido, porque se los atropella y porque se sabe poco de ellos», dice Agustín Squella[3]También en la derecho surgen grupos que descalifican a quienes pretenden ser consecuentes con el ideario liberal, y terminan de acusándolos de tontos útiles, denunciando las propuestas de los adversarios como un peligro para el país[4].
No es difícil encontrar en la historia que el chivo expiatorio es de vieja data. Ser un chivo expiatorio significa, a día de hoy, que un único individuo cargue con las culpas de algo que ha sucedido cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas o colectivo, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto punible y sea inocente[5].
Es notable como el silencio en la época en que ocurren actos represivos enormes, criminales[6]y luego con el tiempo, personas dicen desconocerlos o cuando se relatan, algunos estiman que son exageraciones, o que es es política, diciéndolo en el sentido de propaganda política.
Cabe preguntarse entonces porque los discursos políticos pierden el sentido y significado de la tríada «libertad-igualdad-fraternidad» y de la palabra «democracia», teniendo presente que estos se vinculan con el concepto de derechos humanos profundamente ligados, como bien lo expresa Agustín Squella[7].
En la construcción de enemigo, al que hay que eliminar, parece más bien un acto de pereza intelectual profunda, una falta de cultura, una incapacidad de debatir y de proponer racionalidad, incluso un problema psiquiátrico que expresa cierta violencia contenida y que se asume como normalidad[8]. Entonces, el camino corto es construir el chivo expiatorio, tal como lo había hecho Nerón, los Faraones, Hitler, los gobiernos norteamericanos, Pinochet, y tantos otros desalmados que pululan en la historia de la humanidad[9].
La construcción de discurso que crea el enemigo no siempre surge de la cabeza imaginativa de una persona, como sucede con Hitler, sino de una maquinaria burocrática, como los servicios de seguridad de los Gobiernos (como el de los EE.UU. de América). Y si Ud. quiere emparejar la cancha, es decir empatar, agréguele la URRS. Chila, Argentina, China y no se equivocara. Ejemplo de tal imaginación la tenemos por miles, plan Zeta en Chile, las matanzas en Estados Unidos, como la Chicago, la persecución y listas negras en ese país durante cerca de 50 años, la conspiración de los médicos bajo Stalin, etc[10].
Estas situaciones efectivamente ocurridas, como lo prueban miles de informes en todos los continentes, requieren ser enfrentadas con valentía y condenadas con energía. No puede haber consideraciones relativistas en derechos humanos.
Toda reacción extrema, creando al adversario como un enemigo letal el que debe ser eliminado, es expresión o de infantilismo o senectud de la política, primero porque es incapacidad de comprender debido a la falta de información y conocimientos culturales y luego porque ya no funciona el cerebro, por ello en este caso podemos calificarla de enfermedad senil de la política.
Aunque cada día es traicionada por los mercaderes, la triada del liberalismo sigue vigente, libertad-igualdad-fraternidad y democracia, ideas íntimamente parte de la tolerancia y la solidaridad, reglas básicas de la convivencia.
Mayo 2020
[1]Lenin, Vladimir, (1920), La enfermedad infantil del “Izquierdismo” en el Comunismo.
[2]Moulian, T., (1997), Chile actual: Anatomía de un mito, Santiago de Chile: LOM Ediciones, 386 páginas.
[3]Squella, Agustin (2019), DERECHOS HUMANOS. Editorial: UNIVERSIDAD DE VALPARAISO.
[4]Arellano G, Juan Carlos. (2009). EL PARTIDO NACIONAL EN CHILE: SU ROL EN EL CONFLICTO POLÍTICO (1966-1973). Atenea (Concepción), (499), 157-174. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-04622009000100010
[5]https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/de-donde-procede-la-expresion-ser-un-chivo-expiatorio/
[6]Villalobos Finol, Orlando. (2006). Martín Hopenhayn: La concentración de la propiedad sobre los medios atenta contra la democracia comunicacional. Utopìa y Praxis Latinoamericana, 11(33), 121-127. Recuperado en 18 de mayo de 2020, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-52162006000200009&lng=es&tlng=es.
[7]Squella, Agustin (2019), DERECHOS HUMANOS. Editorial: UNIVERSIDAD DE VALPARAISO.
[8]Arndt, Hanna, (1951), Los orígenes del totalitarismo. Editorial: Schocken Books.
[9]Stearns, Peter N. (2012], Derechos humanos en la historia mundial. Londres; Nueva York: Routledge, 216 pp.
[10]Martín Hopenhayn , Carlos Ruiz Claudio Fuentes Cristina Hurtado Pablo Salvat, Jorge Vergara
AUTOR
Carlos Lopez Dawson , Abogado, Doctorado en Ciencias Políticas, Director de Postgrados Universidad La República